Las comparaciones son odiosas, pero voy a intentar trazar un paralelo entre Barcelona y Paris, dos ciudades totalmente diferentes pero que tienen muchas más cosas en común de lo que se puede suponer.
Mi primera impresión fue la de estar en un lugar de veraneo. Un día soleado, como hay pocos en Paris, un clima más cálido y la cercanía del mar, me trajeron el recuerdo de las vacaciones en la playa.
Pero también se notaba que seguía en Europa, con todas las similitudes que existen entre las ciudades del viejo continente y que para mí, que desde hace poco que vine desde el otro lado del Atlántico, se siguen sintiendo como nuevas. Todo lo que estudiamos en los libros: el gótico, los vestigios del paso de los romanos, las corrientes arquitectónicas de los últimos siglos, todo seguía ahí, muy diferente de Paris, con su propia identidad, pero siempre con algo de lo mismo.
La mayoría de los edificios de la ciudad son las viejas construcciones, cuidadas, reparadas, y muchas veces recicladas por dentro, pero con la misma fachada original, al igual que en Paris. La altura de los edificios también suele ser baja, dejando una gran cantidad de cielo sobre nosotros, pero a diferencia de lo que sucede con los parisinos, los detalles de diseño son infinitos, donde cada forma contiene nuevas figuras más pequeñas. El detalle dentro del detalle.
También en la gente se ve esa diferencia. Muchas marcas son las mismas, pero la ropa es más colorida, el estilo es más adornado, todo contiene mayor información visual.
La gastronomía es más variada (y económica, y condimentada), pero las costumbres tienen muchas similitudes, desde saludar con dos besos hasta la forma de festejar la navidad (las decoraciones en las calles de Barcelona son maravillosas).
En cuanto a los paseos, es una ciudad fácil de recorrer, que ofrece desde museos y construcciones, como la famosa Sagrada Familia, hasta parques, mar y montaña, y una noche mucho más activa y llena de gente en las calles y en los bares que la parisina. Desde mi punto de vista, un ambiente más relajado e incluso festivo.
Como paseo de compras, para quienes están de vacaciones en Europa y están decidiendo dónde comprar, les cuento que los precios son considerablemente más bajos que en Paris (pude comprobar que la misma prenda, de la misma marca, en Paris cuesta un 50% más), pero no tienen tanta variedad de ropa de invierno ni las prendas más abrigadas. En una misma marca es posible que, por ejemplo, además de mejores precios tengan opciones más coloridas, pero que no encuentren los sacos forrados de piel ni cachemire.
Por último, para viajar entre Paris y Barcelona recomiendo hacerlo en avión, ya que tienen precios más bajos y es un viaje más corto que en tren, pero presten atención al peso y tamaño del equipaje que llevan y recuerden que las compañías aéreas en estos vuelos baratos cobran todo aparte (desde despachar una valija hasta un vaso de agua).
Publicado originalmente en enero de 2014.
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