Si entrar en una librería ya me parecía un paseo ideal y me había enamorado de Le Divan, ni se imaginan mi felicidad en el Salon du Livre de Paris.
La organización parecía impecable: todo ordenado, bien iluminado, en stands cómodos y espaciosos, rodeados por pasillos amplios. Si bien fui en un horario muy concurrido y el lugar estaba repleto de gente, todo parecía fluir sin amontonamientos.
La variedad de libros era asombrosa. Todas las grandes editoriales estaban representadas, pero también había muchas editoriales chicas e independientes, y en todos los casos quienes atendían los stands parecían verdaderos expertos. Como me dijo una amiga: me sentía en Disney.
Me sorprendió la importancia que se le da a las bandes dessinées (libros de historietas o comics) en Francia. La presencia de las BD en la feria era enorme y había muchos de sus guionistas y dibujantes dedicando libros.
De hecho, había muchísimos autores firmando los libros recién comprados. Me dio pena no tener mayor conocimiento de la literatura francesa contemporánea como para poder aprovechar mejor semejante oportunidad.
Fui con mi hijo y temía que se aburriera, pero más bien fue lo contrario: cuando yo ya había recorrido casi todo, él seguía lleno de entusiasmo admirando los stands de libros infantiles que examinó al detalle. Hacia el final, ya cansado, me dejó terminar el recorrido, feliz con su nuevo libro de piratas.
La presencia de Argentina como país invitado de honor merece un capítulo aparte.
El stand ENORME dedicado al país era hermoso. Mientras estuve se desarrollaron varias charlas en una sala abierta, Rep coloreaba un mural dedicado a Cortázar y la gente no paraba de comprar libros argentinos (tanto en español como en francés) o sacarse fotos con una pequeña Mafalda que decoraba una esquina. Tuve la oportunidad de ver a Quino, que más temprano había estado firmando libros, y emocionarme viendo a los franceses elegir algunos de mis libros favoritos.
En ese sentido, quisiera aclarar que no sólo se trataba de un stand, sino que en todo el Salon du Livre se veía cierto protagonismo argentino. Decoraciones, carteles y libros sobre el país disponibles en forma gratuita en la entrada (y del que todos tomaban, muy prolijamente, uno). Todas las editoriales que tienen publicados libros de autores argentinos o sobre Argentina los promocionaban en sus stands. No sé cuántos se habrán vendido, pero la gente no paraba de mirar, elegir y comprar.
Sentí un extraño orgullo al ver tantos libros geniales traducidos al francés y tanta gente llevándoselos a sus casas. Fue maravilloso sentirme representada por algo que me es tan querido y familiar 🙂
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